Entrelazar miradas, compartir emociones, explorar las formas sensorialmente, dar y recibir mutuamente.
Ese concepto de intercambio permite conocer lo que cada quien tiene y lo que la otra persona quiere.
Comunicación indispensable que muchas veces pasamos por alto mientras perdemos valioso tiempo adivinando si será suficiente el esfuerzo vano de nuestra apariencia para agradar al otro, cuando lo importante es interactuar sin limitantes, sin restricciones ni complejos... sin distractores.
La esencia de ese intercambio olvida los prejuicios que la sociedad, la familia o las creencias imponen. Simplemente se contempla y se aprende, en cada mirada, en cada caricia, en cada beso, en cada respiro, saciando la curiosidad natural que todos tenemos cuando alguien nos atrae.
Se experimenta y se disfruta, sencillamente, sin complicaciones...
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